jueves, 2 de noviembre de 2017

ANTOLOGÍA DE CUPLES (1). Si vas a París, Papa


Antología de cuplés (1). “Si vas a París papá”



Recupero aquí la historia de algunos viejos cuplés incluidos en un viejo y extenso cuelgue de hace un par de años: “La Pulga y otros cuplés sicalípticos de hace cien años omás. Una recopilación”. Como no puedo con mi condición, es una versión corregida y aumentada.







Un cuplé memorable cuyo inicial tono sicalíptico pienso que ha sido subestimado con frecuencia; percepción falsa, como se puede comprobar escuchando la versión original. Todo un clásico del género que se podría incluir en la sección del erotismo exótico, pues qué podía haber de mayor exotismo para un españolito de aquellos no tan locos años veinte que el lejano París, desde donde llegan los bebés colgando del pico de una cigüeña. Transcurriendo el tiempo, “Si vas a París papá” ha protagonizado un largo camino de cambios y paradojas que nos hablan no sólo de una música sino de un país y sus gentes.  

Se trata de un charlestón coreable con ritmo de fox-trot, letra de M. Álvarez Díaz y música de Rafael Oropesa y Florencio Estrada Ledesma. Merece la pena detenerse en los autores, especialmente en el primero de los compositores.

El maestro Rafael Oropesa (Madrid, 1893/México, 1944) ocupa un lugar en la historia, no ya la de la música, sino de la general de España. A más de destacado director de orquesta y compositor, que participó activamente en la introducción de nuevos ritmos y músicas bailables en los años 20, fue un fiel y entregado militante comunista que ya en 1931 compuso y grabó una propuesta de Himno de La República, que enlazo aquí para interesados y curiosos. Apenas empezada la guerra incivil, organizó y dirigió la Banda de Música del Quinto Regimiento, con la que estuvo presente en todas las grandes batallas del conflicto y con la que en febrero de 1939 hubo de salir de España para acabar internado en el campo francés de Barcarés. Con los mismos músicos se exilio a México en el barco Sinaia, el primero con refugiados que partió de Francia, creando a bordo la Agrupación Musical Madrid, que amenizó el viaje y animó a los viajeros. Además de “Si vas a París papá”, de extraordinario éxito gozaron de gran reconocimiento sus pasodobles, compuestos también con el maestro Ledesma, como  “Chiclanera”, que grabó Angelillo o los dedicados a los toreros Domingo Ortega, Alfredo Corrochano, o Belmonte.

Hay una historia sobre Rafael Oropesa en su exilio mexicano que si no es cierta, merecería serlo. Al parecer (y digo al parecer porque la cuestión aún está en litigio), el maestro español habría sido el autor real del famosísimo cuplé “Madrid”, auténtico himno capitalino, que firmó y popularizó el mexicano Agustín Lara. En los últimos años se ha discutido mucho la autentica autoría de esta canción tan emblemática, y aunque a menudo se ha hablado de plagio, acusación vertida sobre Lara en otras ocasiones, no parece que fuera tal. Mas verosímiles parecen las versiones familiares que apuntan a que en la penuria de aquellos primeros años de exilio, Oropesa, que intentaba recuperar su carrera musical, hubiera conocido al compositor mexicano y le hubiera vendido la canción. No hay pruebas fehacientes de ello, aparte de recuerdos de nietos sobre una correspondencia desaparecida, en la que Oropesa había comunicado a su esposa, que se había obligada a permanecer en España, separado el matrimonio por la guerra y el exilio, que había compuesto un chotis dedicado a ella y a Madrid y que había conocido a Lara. En cualquier caso, la profunda intensidad de la añoranza por la tierra lejana (¿perdida?) que muestra la canción aporta verosimilitud a la historia. Un verso contundente aumenta esa sensación: “Madrid, Madrid, Madrid, pedazo de la tierra en la que nací”. Agustín Lara, que aunque apasionado al parecer por la historia española no había visitado aún España, había nacido en Tlacotalpán, México, una histórica villa colonial cercana a Veracruz. Verdad es que el mexicano también había escrito un himno a Granada sin conocerla, pero ojo al primer verso: “tierra soñada por mí

Pero volvamos a “Si vas a París papá”, que es de lo que se trata. Existen excelentes versiones de este tema, como la que Celia Gámez hizo en los años treinta, que en este vídeo cuenta, además, con un divertido tratamiento visual. Pero si hay que destacar una, que sea la original, que por fortuna todavía puede escuchase en Internet. La grabó el mismo maestro Oropesa al frente de la Banda del Hotel Nacional, en la que también estaba el maestro Ledesma como pianista. Además, esta versión ofrece además la singularidad de que, al contrario de la mayor parte de los cuplés, de la época o posteriores, que solían interpretarlos mujeres, está cantado por un grupo masculino. Aunque en el vídeo figure Martín Domingo como titular de la Banda, se trata de un error.  Vayan letra y música:





A París va papá y no dice para qué,
si va a ver el Moulin Rouge o a buscar algún bebe.
A París va papá en el rápido de Irún,
no se sabe si a negocios o se marcha al buen tuntún.

Y ya la estación todo es preguntar,
todo es suponer y rumorear,
y su hijita al ver que se va papa
se puso a gritar desde el anden:

Si vas a París papá cuidado con los apaches,
si en juerga de taxis vas procura salvar los baches.
Si vas a París papá no comas foiegras de pato,
ni vayas al cabaret si quieres pasar el rato.
Te iras al bazar y allí un muñeco a mí tú me comprarás,
lo mismo que mi hermanito
si vas a París papá.

Al volver de París en su casa se encontró
dos bebes que aquí en Madrid su señora le encargó,
y al sacar del baúl otro nene que el compró
ante aquella carambola la chiquilla se escamó.

Y se echó a reír y miró a papá,
como diciendo a mi nadie me la da,
y cogió al petít que era el chicarrón,
se puso a cantar y empezó a buscar un biberón.

Si vas a París papá cuidado con los apaches,
si en juerga de taxis vas procura salvar los baches.
Si vas a París papá no comas foiegras de pato,
ni vayas al cabaret si quieres pasar el rato.
Te iras al bazar y allí un muñeco a mí tú me comprarás,
lo mismo que los gemelos
si vas a París papá.

Tal y como la cantaban la Banda del Hotel Nacional y otros intérpretes de aquella versión original, “Si vas a París papá” resultaba maliciosa, sicalíptica, desde luego, pero en absoluto descarada. Incluso se podrían considerar didácticas sus dos estrofas finales, dignas de formar parte de un manual de educación sexual de cualquier colegio actual que no sea de curas. No debieron considerarlo así los feroces censores del franquismo (o los asustados auto-censores), que cuando Marujita Díaz la cantó en 1959 en la película “Y después del cuplé” le cambiaron drásticamente el final en un refinado ejercicio de tergiversación.

A menudo cuesta entrar en la oscura mente de los censores y desentrañar los vericuetos de sus decisiones, pero en este caso es evidente: el peso de la moralina debía vencer a la realidad, y a ello se pusieron con goma de borrar y lápiz afilado. La pacata moralidad sexual del franquismo no podía consentir el doble adulterio que en realidad narraba el cuplé, y menos aún que la niña perdiera supuestamente su inocencia al comprender la verdad de lo sucedido en aquel viaje de papá, haciendo aparecer de la nada muñecos y cigüeñas para entretener al personal: (En negrita lo añadido y entre paréntesis cursiva lo quitado)

“…Al volver de París en su casa se encontró
Dos bebés que aquí en Madrid la cigüeña le dejó (su señora le encargó),
Y al sacar del baúl el muñeco (otro nene) que él compró
ante aquellas novedades (carambola) la chiquilla sonrió (Se escamó)

Y al papá miró con ingenuidad (y se echó a reír y miró a papá)
Como si el bebé fuera de verdad (como diciendo: a mí nadie me la da)
Y cogió al petit con gran ilusión (que era el chicarrón)
Y volvió a cantar lo más popular de su canción. (y empezó a buscar el biberón)”




Aquí podía acabar la ajetreada historia de “Si vas a París papá”, si no fuera porque aún le faltaba una última paradoja para concluir su carambola histórica a tres bandas. En 1980, apenas recuperada España de su enfermedad dictatorial y recién recobradas las libertades, el viejo cuplé, con su letra original completa y exacta, con bebé, gemelos y muñeco incluidos, se convirtió en un gran éxito en la grabación que de él hicieron los muchachos del grupo infantil Parchís (firmado el tema, por cierto, por un único y aproximativo L. Oropesa), que pusieron a cantarla a todos los niños de España. Tanto fue el alboroto que también la grabaron otros conjuntos similares de nombres tan poco sicalípticos como Canicas, Los Chiquitines, Los Pequeñines, Los Peques o Rojo, Amarillo, Azul y Verde.

Este retorno a su letra habitual representa toda una perfecta metáfora de la evolución de la  moralidad sexual española a lo largo de esos cien años transcurridos desde que nacieron estos viejos cuplés picarescos. Un accidentado viaje que acabo convirtiendo en diversión infantil de hoy lo antaño resultara pecaminoso y prohibido.




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