martes, 7 de enero de 2014

LECTURAS. Gabriela Mistral

LECTURAS. “Tala” (Gabriela Mistral).
Mi primer libro de poemas.






Hay libros seminales instantáneos, que desde la primera vez que se leen plantan en el cerebro una semilla que va creciendo y multiplicándose. También son a veces como cajas fuertes de apertura retardada, que tardan en dejarse robar los secretos que guarda su interior.

Debía tener yo, no lo recuerdo con exactitud, alrededor de 12 o 13 años, era mi cumpleaños y una prima de más edad, tanta más que ya estaba casada, me regaló un libro. “Ahora probablemente no lo entenderás, pero seguro que te gustará dentro de un tiempo”, vino a decirme, y dejó en mis manos un ejemplar titulado “Tala”, de una poeta de la que no había oído hablar pero que desde aquel día me acompañaría toda mi vida: Gabriela MistralEra mi primer libro de poemas, que pasó a la estantería para acompañar  las novelas de Verne, Salgari o Dumas.

Aquellas novelas, que por otra parte tanto me gustaría volver a leer en algunos casos, se han ido perdiendo en sucesivas mudanzas, pero todavía conservo aquel volumen de poemas, ya con las hojas amarillentas; signo en un libro, curiosamente, no de decrepitud, sino de vitalidad. Es la tercera edición que hizo la editorial Losada de Buenos Aires (de la que tantos buenos libros de poesía o novela llegaron en aquellos años oscuros a España) en 1957, y mi prima lo había comprando, según consta en un sello de tinta azul, en la librería y papelería Hermanos Sanz, que estaba, y ya no está, en la calle Princesa de Madrid y que tenía sucursal en Caracas.

AGUA

“Hay países que yo recuerdo
como recuerdo mis infancias.
Son países de mar o río,                                            
de pastales, de vegas y aguas.
Aldea mía sobre el Ródano,
rendida en río y en cigarras;
Antilla en palmas verdi-negras
que a medio mar está y me llama;
¡roca ligure de Portofino:
Mar italiana, mar italiana!...”

Tenía razón mi prima. Entonces no entendí (no podía entenderlo, no había vivido lo suficiente) la sencilla profundidad de los versos de Gabriela Mistral, su capacidad para llegar a lo más hondo de la tierra y de sus gentes con palabras sencillas que componen imágenes conmovedoras de sorprendente serenidad:

LA COPA

“Yo he llevado una copa
de una isla a otra isla sin despertar el agua.
Si la vertía, una sed traicionaba;
por una gota, el don era caduco;
perdida toda, el dueño lloraría...”

O expresa con singular sencillez, sin alharacas, la dualidad que presidía su vida, y en general la del resto de los humanos (Que tanto recuerda la posterior “Gracias a la Vida” de Violeta Parra, quien siempre mostró un gran respeto y admiración por la poeta y a la que dedicó en su muerte los conmovedores versos a lo divino con que se cierran estas líneas: “Hoy día se llora en chile/ por una causa penosa./ Dios ha llamado a la diosa/ a su mansión tan sublime…”)

RIQUEZA

Tengo la dicha fiel
Y la dicha perdida:
La una como rosa
La otra como espina.
De lo que me robaron
No fui desposeída:
Tengo la dicha fiel
Y la dicha perdida,
Y estoy rica de púrpura
Y de melancolía.

¡Ay!, que amada es la rosa
Y que amante la espina!
Como el doble contorno
de las frutas mellizas,
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida…

De verdadero nombre Lucila Godoy Alcayaga, y de formación autodidacta, Gabriela Mistral acabó haciéndose maestra, profesión que inició dando clases en escuelas rurales y acabó como asesora de las Naciones Unidas. Nació en 1889 y falleció en 1957. Obtuvo el premio Nobel en 1945, la primera vez que se otorgaba a una autora o autor latinoamericano. Su obra abrió las puertas de la poesía chilena a la modernidad lírica, e influyó directamente en la generación posterior, la que encabezaban los dos Pablos (de Roka y Neruda), un Vicente (Huidobro) y un Nicanor (Parra), así como sobre la hermana menor de este último, Violeta,. Entre otras muchas cosas fue cónsul de su país en España, y nunca olvidó sus orígenes vascos.

Tala”, publicado originalmente en 1938, como ya he dicho, está dedicado a los niños españoles que sufrían la guerra civil y el exilio. En una nota preliminar de la primera edición, reproducida como epílogo en la que me regaló mi prima, escribió la poeta: “…ahora entrego “Tala” por no tener otra cosa que dar a los niños españoles dispersados a los cuatro vientos. Tomen ellos el pobre libro de mano de su Gabriela, que es una mestiza de vasco, y se lave “Tala” de su miseria esencial por este ademán de servir, de ser únicamente el criado de mi amor hacia la sangre inocente de España, que va y viene por la Península y por Europa entera…”

Tenía razón mi prima Pilar. El tiempo es sabio y nos hace entender lo que de niños nos resulta incomprensible.

AUSENCIA

“Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo
…”





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