miércoles, 20 de noviembre de 2013

MILLADOIRO. TRADICION Y MODERNIDAD

Milladoiro. Tradición y modernidad
Reseñas. 1984/1985




Milladoiro, entre la tradición y el presente

AIcalá Palace. Madrid del 14 al 16 de marzo
En los casi seis años que Milladoiro lleva trabajando como grupo se ha convertido en lo más representativo de la música gallega de raíz folklórica, tanto por su impecable labor instrumental como por el rigor y la seriedad de sus discos. El fruto de estos años de traba o quedó patente en sus recitales madrileños, aunque el producto final quedará empañado por una cierta frialdad que impidió que su música calara hondamente en el público, que apenas ocupaba la mitad del teatro en la sesión de presentación. Es una formación de siete músicos que tiene su origen en los trabajos de Antón Seoane y Rodrigo Romaní sobre el folklore gallego. Básicamente instrumentales, sus temas plantean una recuperación vitalista y actual de la música tradicional de su tierra, intentando conectarla con una sensibilidad contemporánea. Ellos mismos reconocieron en el recital que no son ni etnólogos ni investigadores del folklore, sino -añadimos nosotros- creadores e intérpretes que parten de sus raíces musicales para desarrollar una línea artística que emparenta también con el conjunto de los folklores de raíz celta, Escocia, Irlanda y Bretaña, fundamentalmente.
El problema que crea, no obstante, la adaptación del folklore a una sensibilidad actual y moderna queda tan sólo planteado en los trabajos de Milladoiro, que no han llevado su evolución más allá de la tímida incorporación de: unos teclados y alguna guitarra acústica a su música. Y ese es probablemente el tema central de sus esfuerzos, que en este recital no quedaron suficientemente clarificados.
Más acertados en los temas lentos y matizados que en los rápidos, probablemente achacable a una cierta falta de contundencia en la base rítmica que utilizan, excesivamente somera, algunas de las composiciones que interpretaron alcanzaron, a pesar de ello, la belleza que encierran sus discos. Versiones como la que hicieron del clásico británico Greensleeves, o las de temas tradicionales como la Foliada de Tenorio o la Muñeira de Pontesampaio, dieron la talla de su calidad, que, por desgracia, no resultó uniforme.
Igualmente destacadas fueron las escasas composiciones del miembro del grupo que tocaron, especialmente Un ratón en París, un vals compuesto por Michel Canada, el violinista francés del grupo.





Milladoiro, tradición y modernidad
Solfafria. CBS. S-2639S.
EL PAÍS. JULIO 1985

¿Tradición o modernidad? Un dilema que parece traer de cabeza a los que se enfrentan en España con la música popular. ¿Es posible hacer una música que exprese sentimientos contemporáneos y sea de hoy sin perder sus señas de identidad tradicionales?

Milladoiro ha encontrado desde hace tiempo una solución personal que se refleja a la perfección en su último trabajo discográfico. Una solución que tiene como elementos fundamentales el rigor en el tratamiento del material tradicional que utilizan, la riqueza y complejidad musical de los arreglos y el virtuosismo instrumental. Con todo ello, el grupo gallego ha construido una obra rica en matices y sugerencias que parte de sus raíces gallegas para encontrar la modernidad sin buscarla desesperadamente, sino profundizando en su esencia, desde una perspectiva, de contemporaneidad, que no se para en la contemplación adocenada de las modas sino que las dinamita con sabia combinación de ritmos y sonidos tradicionales.

Ocho temas de los cancioneros tradicionales y dos creaciones propias componen este disco, grabado en Irlanda con la colaboración en la canción Lila, de uno de los mitos de la música irlandesa, Paddy Moloney, del grupo The Chieftains. Canciones que conectan directamente con la música de raíz celta pero que resultaría reduccionista encuadrar en ese estilo, porque es un disco que supera cualquier encuadramiento genérico.

Desde la riqueza rítmica de la Alborada de Pontecaldelas hasta el sosegado transcurrir de Os amores de Brunilda e Joseph K, canción de título cultista debida a la inspiración de otro miembro del grupo, Antón Seoane, el disco discurre por caminos de sutil belleza que no oculta la sencillez de las melodías populares con la estudiada y compleja armonización de las composiciones.

Nada sobra en este disco, en el que sólo la tímida introducción de los teclados sintetizados rompe con la utilización de instrumentos acústicos. Es una invitación a la fiesta y a la reflexión que el dominio musical e instrumental de Milladoiro convierte en una obra imprescindible de la música tradicional de nueva creación.






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