lunes, 25 de marzo de 2013

CASTAÑUELA 70


CASTAÑUELA 70. Críticas (1970)


Dando un repaso al libro de 2006 sobre los 35 años de “Castañuela 70”, del que saqué la a modo de biografía que colgué (nunca mejor dicho, ¡por el cuello1) el primer día en este blog, me deja aovariado la atención que, en general, los periódicos y revistas prestaban al teatro, y más en concreto a esta obra en concreto, al fin y al cabo teatro independiente que hacían cuatro matados melenudos, los más prestigiosos críticos y escritores del momento, de Alfredo Marquerie a Pedro Laín Entralgo, de Lorenzo López Sancho a José Monleón. También me parece envidiable la capacidad de llegar a la gente, y con ello de comunicación, de concienciación y de agitación que podía tener el teatro, una cualidad que no debería haberse perdido.
No son textos míos, pero como participé en aquella aventura, por mucho que mi responsabilidad no pasara de poner el culo en primer plano (sí, ese culo que se ve en la foto es el mío), no me importa compartir mi sorpresa ante lo leído. Está acabando la tarde, llueve, ando melancólico y me duele hasta acordarme del santísimo la única muela que me queda en la encía superior. ¿Qué mejor momento para darle cuerda a la autocomplacencia?

Exactamente. Esos eran mis poderes. Lo demás todo prestado: la levita y los calzones comprados en el Rastro, las ligas y la camiseta de camionero que no se ven de mi padre. Y la batuta, que se presiente, uno de los cuernos de una antena televisiva encontrada en la basura.



Críticas a “Castañuela 70”

“Intérpres y músicos cantan y bailan con un perfecto sentido de la caricatura y de la parodia, y tienen algo de “murga”, de “comparsa”, de “chirigota” gaditana, pero en un plano elevado desde lo popular a lo intelectual, ya que su humor, intencionado y sarcástico, es de un tono actualísimo. (...) No se crea ni por un momento que "Castañuela 70" es algo improvisado o embarullado, sino, por el contrario, una representación paródica y mimética, perfectamente acoplada y conjuntada, donde se adivina la mano de un excelente director y de un largo estudio, ensayo y disciplina”.
Alfredo Marqueríe. Diario Pueblo, 22 junio 1970

“Tábano ha dado un paso -solamente un paso, pero importante-, Y lo ha hecho entre la incomprensión sonriente del teatro burgués y comercializado hasta el límite, y las críticas inclementes de esa extraña izquierda teatral, autosuficiente y reaccionaria, empeñada exclusivamente en experimentos que sólo pueden "conectar" con un puñado de espectadores. (...) Sin despreciar lo popular y burlándose de lo populachero (...). Se habla y escribe mucho de la necesidad mutua entre teatro y pueblo, pero pocos se esfuerzan en buscar un teatro auténticamente popular. Tábano ha dado el paso”.
Vicente Romero. Diario Pueblo, 22 agosto 1970

“Es una felicísima gamberrada. (...) El público se desternilló de risa. (...) Todos los tópicos nacionales (...) fueron estilizados por vía grotesca, mediante un ingenio fresco, una ironía risueña y a la vez implacable, y una gracia casi aristofanesca”.
Carlos Luis Álvarez. Diario Arriba, 23 junio 1970)

“Una función crítica contra la publicidad televisiva, contra los partidos de fútbol y las corridas de toros, contra el capitalismo, contra las derechas, contra la inmovilidad en la política, contra la Bolsa, el folklore, contra las melodías modernas, las fiestas de sociedad benéficas y también contra el triunfalismo (...). Poca tramoya, mucha gracia, poco gasto, mucha intención, poca música, mucha acidez”.
J.G.P. Revista SP, "Castañuela 70. La sorpresa", 5 julio 1970

“Desde lo más popular, hasta rayando lo intelectual y siempre con ribetes humorísticos, es lo más serio y atrevido que he visto teatralmente en España”.
 Salvador Escamilla. Diario La Prensa, Barcelona, 31 julio 1970

“Pintoresca y divertida cosa ésta, la que anoche se estrenó en el teatro de la Comedia. "Cosa" porque no nos es posible clasificarla dentro de alguno de los géneros teatrales reputados como tradicionales. ¿Es un sainete arrevistado? ¿Una pieza "underground"? ¿Un desmitificado "Hair" a la carpetovetónica? ¿Una antirrevista? (...). El humor de Castañuela 70 -satírico, irónico, caricaturesco e intencionado en su crítica- se acerca más a lo primario -sin degradarse-, castizo y elemental, que al humor fino e ingenioso elaborado con el delicado contenido de un salero de cristal de roca y plata. Por eso su humor es efectivo, contagioso y multitudinario, amén de popular, sin rozar nunca -otro mérito- lo populachero (...). Resulta el más eficaz corrosivo contra el tópico. Contra todos los tópicos que en este país se han ido levantando dentro y fuera de nuestras fronteras”.
 Anteno. Diario Madrid, "Castañuela 70, crítica a la española", 22 agosto 1970

“Sátira costumbrista, política, social, que hiere con leves arañazos la acerada cubierta de ese superacorazado que es ante el español, indefenso y nadador solitario, el "establecimiento" (...). Cada mochuelo a su olivo es un cuadro inocentemente salido de las teorías de Kropotkin (...). Reinar después de morir es un cuento de humor negro, negrísimo, que un poquito más afilado supondría una atroz denuncia de cierto conformismo al que se induce a los menesterosos, a los humildes, desde ciertos programas de apariencias filantrópicas (...). El final, parodia de una apoteosis de revista, es muy afortunado. Una serie de alegorías ironizantes, en su mayoría de origen folklórico, que hacen las delicias del público por su libertad de espíritu y su sinceridad de realización [...]. Tábano y Las Madres del Cordero divirtieron mucho, entusiasmaron al público y derrotaron estrepitosamente a los grupos de reventadores que desde el primer cuadro intentaron aguar ía representación. Las ovaciones, los bravos y los aplausos demostraron que el público apreciaba su juvenil humor y su sátira bienintencionada”.
Lorenzo López Sancho. Diario ABC, "Castañuela 70, un feliz ensayo juvenil en la Comedia", 23 agosto 1970

Anverso de la octavilla que se tiraron desde la platea del Teatro durante la última representación por parte de un grupo de extrema derecha, disfrazado de izquierda como indica el supuesto nombre que se dieron: “Frente Revolucionario Marxista Leninista Pensamiento Mao Tse Tung”. Pese a la impronunciabilidad de sus siglas (FRMLPMTT), fue una buena excusa para que la policía llegara al teatro y en lugar de encerrar a los provocadores prohibiera la obra.


“La risa es a veces un veredicto, una condena profundamente liberadora, y la condena frecuentemente es deseable y sana”.
A. Diario Hoja del Lunes, 24 agosto 1970

“Pero ¿por qué la mayoría del público se divierte, abre la boca con admiración, aplaude, pasa un buen rato y al terminar la obra se dedica a meditarla? "Castañuela 70" va un poco más alla de la diversión, de ironía y de la crítica fácil. Han alcanzado el "justo medio"; es decir, lejos de ser uno de esos desprestigiados e inútiles "panfletos", tiene una clara intención política en el más amplio sentido; y lejos también de ser una broma populachera y chabacana, utiliza como instrumento el divertir y entretener al espectador. (...) Además de obreros e intelectuales, Castañuela 70 y lo que le sucede puede movilizar lo aparentemente inamovible, la mediocridad de ciertas clases sociales que, por supuesto, también son necesarias si se quiere cambiar algo. Se ha abierto un nuevo frente.
Nativel Preciado. Diario Madrid, 5 septiembre 1970




"Castañuela 70" es un espectáculo musical que sirve de vehículo a una intención clara de crítica de una serie de puntos de la sociedad en que vivimos, en forma de "números" bien definidos, con aire de farsa, en el que un gran sentido del humor lo envuelve todo. "Castañuela 70" tiene un público joven, crítico, que participa profundamente de lo que sucede y se dice en la escena”.
Rafael Prats Rivelles. Revista El Musical, 5 septiembre 1970

“Me he divertido de veras y he encontrado sorprendente el espectáculo. (...). "Castañuela 70" trata de que el público se ría con -y de- nuestro modo de entender y practicar la justicia social, nuestro módico, pero ya visible ingreso en ese tipo de vida económica que suelen llamar "sociedad de consumo" y nuestra manera de concebir y realizar una serie de muy importantes cosas: la educación de masas y la "distinguida", la convivencia civil a través de los tumbos de la Historia, la participación del pueblo en el conocimiento y la responsabilidad de su propio destino. Más aún: declara abiertamente que la risa de los espectadores sería una pura risa si a la postre no fuese más que simple risa. A la salida del espectáculo, ¿qué pensará el público de esta última admonición? Yo no lo sé. Lo único evidente es que llena el teatro de bote en bote, que se ríe y aplaude estruendosamente y que, por tanto, se suma de la manera más ostensible al propósito de denuncia y protesta que desde su raíz anima a la pieza. [...] ¿En qué medida y de qué modo representa a la actual sociedad española?; y si ese público [...] se decide a tomar en serio la recomendación de no conformarse con la risa, ¿qué deberá hacer, qué podrá hacer, qué hará?”
Pedro Laín Entralgo. La Gaceta Ilustrada, "Castigat ridendo mores",
20 septiembre 1970

“Es sano y refrescante que alguien venga y se ría donosamente de esa miseria española, de ese mal gusto cupletera, de esa España pequeñoburguesa y apaletada que tiene frente a Europa y el resto del mundo complejo de-pariente pobre y lo disimula con fanfarronadas ridículas. Castañuela 70 es nacional hasta la médula porque empalma con la tradición de nuestros grandes realistas, desde Quevedo hasta Valle lnclán”.
Fernando Castelló. "Un soplo de aire puro", en la revista Diez Minutos,
 26 septiembre 1970


“El grupo Tábano y Las Madres del Cordero han propuesto lo que podríamos llamar una revista crítica. (...) Castañuela 70 tomó como punto de partida una de las infinitas revistas que cantan, al compás del pasodoble, la belleza inmanente de las cosas de España. Las raíces patrioteras de lo que parecen caprichos escenográficos -mantillas, claveles y banderas (...) - o pura rutina en la máquina del espectáculo, hace que la irónica distorsión de estos elementos formales se cargue de significaciones críticas. (...) La revista se revela como el punto límite de una trivialidad que ilumina, a través de su inteligente desintegración, otras zonas mucho más respetables de nuestro teatro y de nuestra vida cultural. La burla excede así del chiste teatral para alcanzar a todos esos triunfalismos más o menos correlativos de lo que en la revista se llaman apoteosis. (...) Castañuela 70, hecha con ingenio, dominada por la inevitable elementalidad técnica (...) tiene, sobre todos los demás valores, el de haber probado que existe un público numeroso, dispuesto a sostener un espectáculo crítico, fresco, inmediato, aunque no posea ninguno de los elementos ni reclamos que orientan a nuestros empresarios.
José Monleón. Revista Primer Acto, agosto-septiembre 1970, 123-124, p. 105


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